"Candor de Cocina"
Desde muy chiquita,
disfrute encantada, quizás escondida detrás de alguna falda, las reuniones que
juntaban de forma espontanea a las madres, tías y abuelas en la cocina de mi
abuela “La Cocina”.
Allí se cocinaban
mucho más que comidas (a mi corta edad ya lo intuía)…también se cocinaban
intimas reflexiones, emociones, llantos, risas y por supuesto no había chisme
que no pasara primero por la cocina. De repente, de 3 o 4 que eran las primeras
comadronas que empezaban el cuchicheo, se iban sumando mas y mas, hasta sumar
unas 9 o 10 mujeres de los 15 o 16 años para arriba…porque a las mas chicas no
nos dejaban escuchar lo que allí se cocinaba…pero mis escondites no fallaban.
Todas mujeres, amontonadas
en esa diminuta cocina, que parecía que por arte de una magia se agrandaba para
que quepan todas ellas.
Todas ellas, porque "ellos" no entraban en esa cocción. Cuando alguno se atrevía a cruzar el umbral de la cocina, en segundos y con profesional disimulo todas se pasaban la seña para cambiar de conversación por algo mas “trivial y típico de mujeres” hasta que el intruso picaba algo y se iba.
Todas ellas, porque "ellos" no entraban en esa cocción. Cuando alguno se atrevía a cruzar el umbral de la cocina, en segundos y con profesional disimulo todas se pasaban la seña para cambiar de conversación por algo mas “trivial y típico de mujeres” hasta que el intruso picaba algo y se iba.
Mate va, mate viene,
el calor del horno encendía las mejillas y las carcajadas ardientes con alguna
confesión atrevida que siempre aparecía sin saber como ni porque, pero ahí
estaba, fluyendo desde lo mas profundamente salvaje de esas mujeres…y allí
quedaba, cocinándose a fuego lento hasta conseguir el tan ansiado punto de
hervor, y después se dejaba enfriar, para guardarse prolijamente en la alacena,
hasta la próxima congregación en “la Cocina”.
Algunas veces podía
pasar que una pizca, solo una pizca, de ese secreto tan bien guardado, se
colara en la gran comilona que se servía en la mesa grande a toooooda la
familia, y pasaba lo que pasaba.
Eran esos raros pero
bien recordados momentos en que en plena mesa familiar, aun delante de los
hombres de la familia, aquellas mujeres seguían conservando ese fervor salvaje
que había fluido un rato antes en la cocina y ….agarrate catalina! Podían
surgir las mas disparatas, alocadas y liberales declaraciones. Donde por un
buen rato, el lazo que unía ese círculo de mujeres, tan fuerte como sensible,
era el espectáculo de todos los comensales…con gusto para unos y disgusto para
otros…espectáculo al fin.
Era ese “Candor de la
Cocina” que inundaba de luminosidad a toda la familia.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias!