La gigante de Andres Lamas
Gigante pulmón verde que respira libre y diáfano en el medio de la Ciudad de Buenos Aires. Gigante por la inmensa amplitud de sus espacios, todos habitables y habitados libremente. La casa de Fer. La casa tiene vida propia, sus muros y altos techos tienen vida propia. Toda clase de cosas que aquí habitan, aparecen y desaparecen constantemente. Hay un desorden característico, propio de la vivencia y el disfrute de Ema y Laurita, encontrándose uno con innumerables juguetes, muñecos, zapatos de baile y hasta una carpa en medio del alto salón de juegos ubicado en el centro de la iluminación principal de la casa, extendiéndose el territorio cubierto de ellas, por casi todos los recovecos de la casa. Desorden que con el paso de los días y el hábito que relaja aquí, se va volviendo un orden. Un otro orden distinto, donde uno acepta e incorpora naturalmente las leyes que se imponen en la casa o que la misma casa impone. Aquí las horas pasan tan desapercibidas que pareciera uno poder ent...